Hoy os traigo un nuevo trabajo de restauración, en este caso una maleta de madera de finales del siglo XIX. Sus dueños, Manuel y Conchi, son los propietarios del joyero anterior y junto con él me trajeron para restaurar esta maleta que tiene para ellos un gran valor sentimental.
Su historia es apasionante y os la comparto ya que Manuel me la ha contado con su generosidad habitual y su contagioso interés por indagar sobre el pasado:
La maleta puede tener entre 145/150 años ya que era del padre de la abuela de Conchi, la esposa de Manuel. El estuvo en la Guerra de Cuba y a su regreso ingresó como guardia del Cuerpo del Orden Público de Sevilla permaneciendo en él desde finales del siglo XIX hasta el comienzo de la Segunda República. La abuela de Conchi nació en 1900 y su padre le regaló esta maleta cuando se casó a mediados de los años veinte utilizándola una sola vez en su viaje de recién casados a Madrid, junto con un baúl de ropa. Después la volvió a utilizar su hijo, el suegro de Manuel, cuando hizo el Servicio Militar en el año 1956/1957 en Tetuán. A principios de los años 80 se la regalaron a Manuel y Conchi y pasó a las manos "inocentes" de sus hijos María y Manuel.
Ahora entenderéis por qué estos trabajos sólo se pueden hacer con muchísimo respeto y mimo hacia la pieza y hacia las personas que confían en tí para ello, pues donde los demás ven un mueble, sus propietarios ven una ventana a su pasado, a su historia, a sus familiares y a preciosos momentos compartidos con ellos.
Sus medidas son 44 cm x 33 cm x 15 cm y estaba bastante perjudicada cuando llegó al taller como podéis comprobar en las fotos. Aquí tenéis una primera imagen del exterior
Tras la limpieza general con agua jabonosa he procedido al decapado con gel decapante, espátulas y estropajo de aluminio fino.
Tras neutralizar con disolvente para eliminar los restos de decapante que hubieran podido quedar, este es el aspecto que presentaba la maleta, dejando entrever una preciosa madera rubia. Como veis he conservado los herrajes a petición de Manuel, que también ha sido convenientemente limpiados y pulidos.
A continuación he llevado a cabo la reparación estructural, encolado y reconstrucción de algunas zonas. Para ello he utilizado maderas parecidas a la de la caja así como pasta de madera para cubrir los huecos de la carcoma.
En el interior he pegado dos paneles de refuerzo en la tapa y la base .
Una vez realizadas todas las reparaciones he lijado la caja con lijas de grano decreciente hasta tenerla preparada para recibir el tinte. La he teñido con un tinte roble que potencia el tono rubio natural de la madera y he igualado de color los añadidos y reparaciones.
El interior lo he forrado con un papel italiano que imita mapas y cartografías aludiendo al pasado viajero de la maleta.
He forrado solo la tapa interior y la base, dejando los laterales en la madera.